viernes, 5 de noviembre de 2010

Sobre el alambre


Pido a la serpiente otras manzanas del paraíso, que me tape con las hojas de los árboles, que tiente de nuevo para ver si es bueno. Pido que me traiga todos los ojos del mundo para ver de nuevo la luz, tus cabellos ondulantes en el paisaje. Pido que el mundo nazca de nuevo en tus manos delicadas, en tus pies abiertos a los caminos, para ver si es bueno. Pido que me devuelvan mi costilla hecha del lodo de la tierra, del soplo y la soledad. Si ahora nazco de nuevo inventaré mi paraíso para ver si es bueno. Llevaré  la imagen del río fluyendo en el alma, la huella de una estrella abrazada al cielo, con sus guiños y sus sueños. Pido a la serpiente que se levante sobre sus pies, sobre su columna y erguida agarre las manos de otras serpientes, para ver si es bueno.  Que en sus andanzas encuentre el perdón, que haga tibia la frialdad del hielo.  Pido otro mordisco para la manzana, la primera manzana, de nuevo, para ver si es bueno, porque no me supo a nada por la soledad del miedo. Pido que nos revisen, que nos manden otras arcas sin misterios, que la lluvia baje por nuestra piel con sus encantos de flores. Pido que la estatua de sal se convierta de azúcar cuando vuelva la mirada hacia adelante, que en el sueño de la tierra prometida no se vislumbren los holocaustos. Pido agua para tanta sed, para las cruces invertidas en la memoria. Y si en el afán de la gloria los paisajes tiñen de rojo pedirle de nuevo a la serpiente manzanas nuevas para otros intentos. Pido otros diluvios en la ira del tiempo, otros terremotos y otros vientos. Y si en la marcha de las rosas las marchita el viento, que las manos encuentren la ternura y devuelvan los pétalos intactos. Que olvidemos la oscuridad en el vientre de las estrellas, que una nube de diamantes ponga luces en las frentes. Y si hay que volver de nuevo pediré de nuevo a la serpiente otras manzanas del paraíso para ver si es bueno.



Poesía del Efluvismo
AUTOR. VIRGILIO LOPEZ AZUÁN

Abismo de este lado y del otro lado el otro abismo, sobre el alambre, con las manos levantadas entre dos silencios eternos, con los ojos tendidos en la línea para no caernos. Las palabras se suspenden, los mundos también, consentidos del vacío para pelearnos las caídas y las grietas del alma. Solo los celajes nos llegan y los nudos en la garganta se vuelven mármol, piedra. Y enrojecidos los espantos nos lanzan sus esqueletos, sus otoños de hojas amarillas. Y sobre el alambre duelen los caminos transitados. Nos veremos vestidos de duendes con los ojos cerrados buscando equilibrio. Seremos los hijos del fondo, de las flores abiertas en el sexo de las sombras. Entonces, olvidaremos que estamos colgados, tendidos en la siesta de los misterios, en las sábanas blancas donde vuelan los vientos. Entonces, columpiados podremos lanzar los últimos gritos y olvidamos que con las manos se vuela. Veremos los árboles levantando otros esqueletos, ceniza y humo de los que han sido. Y entre los desafíos, con el camino peleado en los pies. Tomamos un halo de sol para irnos ligeros sobre el alambre fino, verdor del pensamiento, abrazado del suspiro, de la vida, de las ventanas abiertas y los luceros. De este lado el abismo, y del otro también, con la boca abierta y tantos puentes rotos, sin albañiles y sin maderos, sin los charcos y las aguas, sin los ríos y sin los peces…

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