domingo, 5 de diciembre de 2010

DIAS DE LA SEMANA, POESÍA DE LA TRASCENDENCIA

AUTOR: VIRGILIO LÓPEZ AZUÁN
POESÍA DEL EFLUVISMO




Lunes

Luna de luz, lunes de luna, por la una anda la nube y la luna. Unes las elegías en la santa eternidad, naciendo unidos sin las heridas del cuento. Solo está naciendo una carta luminosa de la estación con su niebla y su única esencia del sol. Entonces, nunca uniremos luces para buscar el lunes como segunda parte del principio, como lunáticos que compartimos los sueños de la imagen, de esos meandros escondidos en la semana, con el martes mirando la luna para querer el cielo y jugar con las estrellas explotadas de futuros. Nadie nos invento, invertebrados y solitarios, y aportamos barros y costillas para vocear a la luna las manzanas podridas que nos dejaron, en las noches de San Miguel.

Luna de luz, mujer parida del domingo, mares repartidos en la semana acústica del bar. Y en los lugares ocultos del monstruo, pintamos nubes, aquellas que Picasso quería en cada línea del cubismo. O aquella imagen sub real del reloj derretido en el llanto.

Luz de luna, luna de lunes, día empujado y empapado de alcohol, de la muchacha seducía con cantos de sirena, con los espejos de Narciso, en las fuentes de futuro. Lunes, primera luna nueva de edredones, soñados en las almohadas de los ojos trasnochados. Y en el trabajo del mes es mejor olvidar las botellas, serenas galaxias, de esos mundos creados en átomos de nostalgia.

Lunes por la una, nube de locos, llenos de los perros de la noche anterior, como sin ladraran a los fantasmas fugitivos de la fiesta, nos dependimos con los billetes olvidados en el desvelo, con la frente tocando en el suelo y soñando con cocteles, glorias reclamadas con los tristes desconsuelo del olvido.

Lunes, primero, segundo papito del compromiso, faena repartida en los huesos de los otros para que sintamos el ruido de las maquinas voladoras de la utopía. Ahí estábamos todos recogiendo la limosna de la sal.





Martes

Ese es el martes, artes del mar bajo la estrella tentada que ríe, ardiendo en la noche. Planeta de mujeres nacidas, trasformadas en el adiós del cielo, guerra del dios, Ares iracundo. Martes, sobre el mar te sueño en las orillas del brillo. Miedos, cabeza del mito con los dioses neptunizando la ansiedad y las veredas. Sobre el mar te levantas y la luna que ayer se deslizaba, supo a versos de mercurio. Mar, te persiguen las olas solas con filos de luz que buscan la playa con burbujas blancas. Y sobre el olor de albahacas se inventaron los ungüentos del trece, del martes trece. Sobre el martes se aproxima entrañable el miércoles alegre, con las fiestas de los Ángeles que se acostaron en las calles de Paris. Y sobre los montes lanzaremos los espejos para revelar los secretos de un mundo nihilista, que a fuerza de morir nace en las razones, en la matemática del metal, del dolor proclamado en las flores. Y entre los tontos circulando, golpes de inviernos nos consumen, en la soledad extensa y desventurada. Más, martes, mar de té en su esencia, va sembrando corazones, mercados, zapateros, madrugadas, que en su aletazos de hastío, perdona la muerte primera de la madrugada. Martes, martes, son los rayos, escavados en el cielo, con uñas de luna y el manto solitario del mercurio, ataviado de flores y colmenas. Mar de té, martes del arrullo, enamorado de las mujeres, partidas en dos, en nuestros corazones.



Miércoles

Miel del medio día, dulce muestra del centro, herméticas razones de la gravedad. Punto fijo en el alma donde los asombros durmieron a Selena y a Vesta, y en los aires de Marte cantaron a otras galaxias el mercurio del jueves prevenido. Y en las tierras bajas trajeron cenizas y humo, miércoles de cenizas, consentido por la cruz y la fe. Miércoles de nudos blancos que en sus contornos delira una mujer en la noche y el deseo. Miércoles salpicado de la rabia, con los puños apretados ¡miércoles!, para apretar los labios resentidos. Ya está, la ilusión del día, del dios que en las aguas se moría, de esos tonos tordos que irrumpen previos a las lluvias.

Medida alta en la semana que mira hacia arriba y hacia abajo suspirando, que es el hombre el centro, planeta donde giran las estrellas. Así es, mientras suspiras los entierros de las lunas dejadas en el esmalte del día anterior. Oh, miércoles que resbalas en las noches, con tus luceros, llorando tu nostalgia y tus pasiones, tus soledades y pretensiones. Llévate la miel, el apiste que comiste el brillo del mar.



Jueves

Ves, juego del jueves, la vida y la suerte con sus llamadas secretas. Juego del jueves para llorar cantando, sin el despertar violento de las camas tendidas al vacío, al olor de los miércoles. Jueves en mi casa con el humo blanco del jadeo, con el chasquido septentrional de mi pecho. Jueves y café, con llamadas espirituales del África moribunda. Mejor que siempre, es el jueves, juego de Júpiter en la tierra de los sentidos. Ves, por el mismo sitio transitamos a buscar eternidades. Jueves, es imperio, que se cierne sobre el soplo, sobre la pasión del día duradero. Ves, juego del jueves, cara de vino para morderse los labios en pleno día. Juego del jueves, sin el porvenir y el sol de los nacidos, sin el juez y la sentencia del viernes. Ves, como todos los jueves a veces oscuro a veces claro, a veces con atino, a veces con descaro, así es el jueves, muchacha penándose en la ventada esperando pretendientes, manzana mordida por la voz del viernes que viene. Ves, juegos de juegos para llegar a los días elegidos y devolverlos por sendas de mercurio y permanganato, por las vía donde inventaron las fiestas y ron. Ves, juez, jueves de hilos colgados, dioses, Júpiter y Saturno, para crecer y derrumbarse en los olvidos. Jueves, juego de otoños en las vertientes claras de octubre. Ves, ya vemos la vocación del otoño, de las hojas secas. Si, de sonetos y secretos abrevados, alrededor el amor, inventado en la luna las despedidas que sus aguas se mecían. Jueves de susurros como juez de terciopelo nos dictará la sentencia del viernes, que viene con oraciones y descansos anunciados. Hoy es jueves, juez de la semana, debutante de sueños. Hay entonces calma en los primeros asaltos del amor, que con sus pájaros partieron los cielos en mil notas del sol. Jueves, juez del silencio detrás de las piedras, santo sepulcro del Cristo que se ha ido con sus embelesos. Jueves, santo jueves, despertar del amor en las camas, en el amor desvelado besando el viernes. Así lo tenemos, huyendo por las calles, despavorido donde duermen los penitentes, donde el amor venció los misterios, y se cerró el sepulcro y nació el silencio.



Viernes

En el viernes está naciendo el fin de las rondas del sudor, en la vuelta izquierda del olvido. Bien te quiero, ven que muero, con los dejos de nostalgias, con la amplitud del juego, del jueves alumbrado en el silencio y las palabras. Para entonces ya la gloria era un rumbo lleno de pueblos, ya era el mundo con la memoria, la vida del agua, de juegos y matices. Viene el viernes, vuelta de la espuma, de la niebla, de los paisajes movidos en los molinos, en las agua del fuego centenario. Y con cabellos amarillos teje risos de agua. Viernes, parece que llegamos, sopor en las copas que hablan de nada, de las fuerzas dormidas. Y no sé quien se lleva las nubes de mi pecho, la voz levantada en los pedestales. Viene el viernes a tocar las puertas de la fiesta, del sábado poeta, que entre trago y trago nos devuelve sus rayos y sus metrallas en las sienes. Viernes que vimos en nuestro eterno silencio, al pie de los árboles alumbrados. Viene el viernes con los pies descalzos, con las manos en la mar, haciendo llover borracheras de olas. Y como si fuera la última vez diremos que no a los entierros. Viernes de amplios portales para el Sabad que en sus jardines luce hiedras y flores. Que nos ha devuelto los milagros del camino, nos vislumbra la manera entera de ser felices por una vez más. Viernes, despacio y breve, prende los fuegos, las antorchas del domingo en ciernes, y te lanzas por los fueros como verso proclamado. Viernes, amor de mujer, belleza griega que en la flama esconde utopías. Mejor es el viernes, cuando la luna llena, que miramos caballos en miniaturas, y nos salva de estar solo en la amplitud del cosmos. Hay en el viernes el viaje de Minerva y Afrodita, con alabastros, con las manías del beso primero. Viene el viernes, sin las cadenas, sin el olor a mercurio ni los perros que gritan a la luna, ni la prisa, ni los alborotos. Y sobre todo, vemos las luces en los puertos del sábado, en los campanarios a las seis de la misa, en la multitud del diamante que con su brillo encandila domingos y con su alcohol preludia rosas en los sentidos y la ternura. Viene el viernes y sus ojos verdes, con su cara de Venus sobre el agua y los espejos. Ahora, ya es viernes y atado a sus fulgores el corazón se hace un niño con sus manos llenas de flores.




Sábado

Vengan a buscarme este sábado de mañana infalible, que en sus mares cultivó el descanso nocturno de los pájaros. Salgan a la calle que el sábado te alegra, peso de semanas donde lunes y martes se fueron fugitivos, miércoles y jueves desfilaron por la calle joven del mercurio, y viernes con sus presagios pasajeros, nos llenó de resplandores . Salgan todos es sábado de redoblantes, que anda con sus platillos tocando conciertos de infancias para sorber los huertos y los vegetarles. Vengan todos a seducir las copas de vino que con danzas espirituales llenan las venas de manantiales y escaleras para el cerebro. Hoy habrá que salir por las calles del hombre, para aplaudir soliloquios. Para que la escritura del día sea la gloria donde encuentren los equipajes desnudos y los hijos del mar. Vengan a buscarme para ir a los casinos, a la música del bar y topar dos cachetes para olvidar el hastío, del mundo que amaneció de cabeza con la amenaza del viernes, que apenas se ha marchado. Vengan, es sábado, sabat, santuario del ritual, descanso de un mundo lleno de campanarios, para pensar en los cielos prometidos antes de que nos volvamos taciturnos en los humos del tabaco. Así nos olvidaremos de los frutos podridos y no quedaremos con la cabeza vana, y que en el Mesón suenen las guitarras y el poeta de versos descontentos.

Vengan a buscarme, el sábado llama, con sus copas al sol y sus corderos ensalzados, con su grito de vejigas, con su domingo iluminado. Traigan fiestas, copas de colores, bocinas y cantinas, placeres y amores. Ya es sábado… Salgamos.


Resurrección

Domingo

De regreso, hemos venido de la madrugada, descanso del Sabat, y soñamos campos y norias, bosque y pájaros. Hemos venido, es el día primero, semana que entra por puertas de laureles. La fiesta va quedando atrás, el lunes traerá azadones en los portales para llevarnos de manos como niños sin regaños. Y vendrán las moscas con el trabajo comiendo la inocencia, las fábricas que deambulan en las neuronas, en el músculo de fibras rojas estirados hasta el fin. Es la semana que trae todos los cruces y los caminos, y en medio de todo tomamos el madero para llevar por la cuesta, donde el lunes bosteza tras noches de espera. Y de repente sueñan las guitarras y sus cuerdas nos llevan a caminos de hiedras para subir al sol con panderetas. Luego se arma la fiesta del alma pasajera, donde los caminantes hacen pausa para conocer los vecinos, el sábado que se ha ido sin guitarras y sin poetas, porque se fueron de domingo y perdió el sentido. El domingo es bostezo por la noche, después de nacer iluminado, con horas largas en la cama como si la noche se desperezara. El domingo me entumece los dedos y maduran lo días en la frente, esa que recuerda horas de escaleras, donde se lanzan las gotas del tiempo y sus doctrinas. Hemos nacido en domingo, en este día primero. Entonces, converso conmigo mismo y salen de mí las tenues luces de días pasados. En domingo, la fiesta es de mañana, la tarde trae sus equipajes, su sonrisa abierta, sus ojos empañados. Y nosotros, que nos llueven granizos en la memoria, pensamos en las horas paganas, cuando salíamos a la cofradía a retar al Nazareno. Hoy es domingo, nada de manos en cruz, ni de miradas formales. Nada como el domingo, para pasar las manos en la imagen de los pastizales. Nada como el polvo, que nos convierte en viento pasajero, con esa vocación de la tierra, de ser muñecos o marionetas. Es domingo, es resurrección, despierten ahora que mañana habrá carreta, para empujar la vida.

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