Sandra Liberotti



(RECREACIÓN DE UN POEMA EFLUVISTA DE VIRGILIO LOPEZ AZUÁN, MAGISTRALMENTE REALIZADO POR SANDRA LIBEROTTI)
Luna de luz, lunes de luna, por la una anda la nube y la luna. Luna de luz, mujer parida del domingo, mares repartidos en la semana acústica del bar. Lunes, primera luna nueva de edredones, soñados en las almohadas de los ojos trasnochados.

Martes, mar de té en su esencia, va sembrando corazones, mercados, zapateros, madrugadas, del arrullo, enamorado de las mujeres, partidas en dos.

Miércoles de nudos blancos que en sus contornos delira una mujer en la noche y el deseo. Miércoles salpicado de la rabia, con los puños apretados ¡miércoles!, para apretar los labios resentidos.

Juego del jueves para llorar cantando, sin el despertar violento de las camas tendidas al vacío, al olor de los miércoles. Jueves en mi casa con el humo blanco del jadeo, con el chasquido septentrional de mi pecho. Jueves de susurros como juez de terciopelo nos dictará la sentencia del viernes, que viene con oraciones y descansos anunciados. Jueves, santo jueves, despertar del amor en las camas, en el amor desvelado besando el viernes.

En el viernes está naciendo el fin de las rondas del sudor, en la vuelta izquierda del olvido. Bien te quiero, ven que muero, con los dejos de nostalgias, con la amplitud del juego, del jueves alumbrado en el silencio y las palabras. Y con cabellos amarillos teje rizos de agua. Viernes, parece que llegamos, sopor en las copas que hablan de nada, de las fuerzas dormidas.

Salgan a la calle que el sábado te alegra, peso de semanas donde lunes y martes se fueron fugitivos, miércoles y jueves desfilaron por la calle joven del mercurio, y viernes con sus presagios pasajeros, nos llenó de resplandores . Vengan todos a seducir las copas de vino que con danzas espirituales llenan las venas de manantiales y escaleras para el cerebro. Hoy habrá que salir por las calles del hombre, con sus copas al sol y sus corderos ensalzados.

El domingo es bostezo por la noche, después de nacer iluminado, con horas largas en la cama como si la noche se desperezara. El domingo me entumece los dedos y maduran lo días en la frente, esa que recuerda horas de escaleras, donde se lanzan las gotas del tiempo y sus doctrinas

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Dos.

Nada más dos veces el viento menea al barco desde sus velas y apuesta proa en ese mural que se impone ante mí esta mañana impensada, hechizando con la intimidad del lenguaje un mundo y un amor dos veces innegable.

Corazones alumbrados por luces rubias de un camino riguroso en donde se afilian vocación y pretérito, divulgándolo dos veces como dos veces el beso del desierto a su arena resguarda la cara de este verso con la extraña manta del instinto en llamas, derritiendo y alterando el alma… dos veces.

Dos superpuestos que remachan al uno y lacran el encanto de dos siendo uno, desgastando cualquier dialecto verde y desabrido de unas vértebras que trepan y coronan como serpiente en sacudida bala desde el polvo al origen, ante un sol egipcio embutido en himno a las pirámides.

Dos que se aciertan exaltándose en ese encuentro perpetuo de labios carmines y eternidad de bocas. Aumenta el roce de cáliz y de cripta franqueando los dos mundos (el tuyo y el mío) con ojos apurados en sólo segundos, dos para ser más precisa, compensando dos veces un encuentro de asombro, magnetismo y semblantes vinculados.

Paralizados, enfocados, transversales y abollados en halos espirituales surgimos en la sociedad de nuestras manos que se alzan al cielo en dos, provocando espejismo de rodillas desnudas, dos, unidas, implorando ermitaña dos veces, que me ames.



Marisali (Sandra)
!!

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