POEMA SIN A
AUTOR: VIRGILIO LÓPEZ AZUÁN
Estoy en el estío de tus ojos y entre este silencio y los otros, mueren mil incendios, miedos sin mundos y sin olvidos. Como cielo infinito subo, y me vuelvo orbe, miro flores y ruiseñores, y entonces, silbo sobre oro de sol. En estos hoyos profundos toco el sueño nocturno de los perros, fuegos de crepúsculos negros, limbos negros, como los ojos tuyos. Presente, en el fondo, sombreros de limo, húmedos versos que vuelven. Sobre ti, senderos estrechos del verde monte, monte verde, tinto de sed. Si tenemos los miedos, los rezos mueren como golpe de viento, como el zinc ocre del techo. Golpes en el pecho, dolor del puño enrojecido, golpes y dolores en el miedo intenso. En el vientre confuso y postrero, elevo mis tonos, sonidos del viento y del miedo. Si, en tus ojos todo es seguro, vencidos por cuchillos de fuegos, nos tendemos como peces fosforescentes, con tus luces y mis ilusiones estridentes. Queditos en los sueños te evoco en tu cielo rojo, que vencido converso sobre los esqueletos perdidos del mundo. No me voy del estío de tus ojos, del negro encendido, en esos rostros que mueren sin tus tesoros. Herido y sin retoño toco el limo, me busco y me ilumino y solo encuentro un ser umbrío, con sed de tiempo, con el cuerpo en el suelo muerto por los cocuyos nocturnos. Me quedo en el estío de tus ojos y no me corro, no iré con los moluscos, ni con los líquenes, no me iré de tus ojos. Estoy libre con tus destellos, con tus flores y tus ruiseñores, convoco vientos y nubes, convoco todo. En el doble grito de tu pecho derrumbo sueños, y beso como loco con relinchos y estruendos. Te lo juro, no me iré del estío de tus ojos
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