domingo, 4 de julio de 2010

COLECCION PARAISOS



 HUELLAS EN EL PARAISO DE BEATRIZ
POESÍA DEL EFLUVISMO
AUTOR: VIRGILIO LOPEZ AZUAN
5

En mis manos no caben los adioses de tantos besos que te despidieron. Las velas encendidas en las soledades, se van apagando en los rincones, se rompe el horizonte, asustado de verte, y en el borde de las bocas amargas brillarán otras estrellas sobre las olas, en las noches de las algas y los espejos marinos. En los ojos no caben tantos ríos, ni tantas tardes arrugadas en los portales.
Si a tu huella subieran las lagartijas, las serpientes del miedo, y los ojos tuertos del cobarde por lo menos en cielo no escupirán la entupida sonrisa en forma de nube, ni en los jardines florecieran las margaritas, para deshojarlas al infinito.
Es la otra cosa, la huella se lleva la soberbia, el infortunio de los cantos despedidos. Nos hemos enamorados de nuevo, el adiós en vez de olvido enamora, como para consolarme. Amores virtuales, con cargas de miedo, con ansias rotas, en los temibles recuerdos, en los botines, en los oros del alma desperdiciados.
Adiós, nadie quiere proclamar esa palabra hecha de hojarascas, de sentimentales hojarascas que suelen quemarse a golpe de puños sobre la mesa.
Adiós, nadie quiere despedirse para siempre, ni dejar la bitácoras vacías, sin los inciensos, sin los escupitajos  de la vida. Nadie se quiere ir del todo, sin dejar sus huellas en el cielo, en el suelo, en los umbrales, en las mañanas aplaudidas de horizontes verticales. Todos queremos dejar un átomo de sonrisa en los labios de los otros, aunque nos tilden de malos; esencia, lenguas de serpiente que ladra veneno, asusta perros y gatos del paisaje.
Nadie se marcha sin dejar su ritmo, sin asustarse de los vacíos y las nostálgicas canciones de la primavera cuando se marcha.
Te has ido, cibernética, y en las páginas del blog te escribo, y te lanzo al mundo, a los sentidos del planeta, navegando por la red.
Reducto seremos de la existencia con los modos envueltos en el amor, en almanaques, en los fluidos de un tiempo, samaritanos del poniente en donde lágrimas de muros lloran el iris de la vida. Donde se  atrapan los perfumes y las siluetas de esencias  en la razón violeta de las horas.
Podemos pecar, desnudos en la huellas, en los celos de una tarde que aguantó todos los dolores, las esperas rebeldes en la tierna mirada del corazón latiendo.
Te has ido, estás afuera, existe.

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